Casino Kursaal: un siglo de historia y reconversión en San Sebastián

Corría el año 1921 cuando Donostia estaba muy cerca de inaugurar su nuevo casino. Un edificio espectacular, con más pinta de palacio que de lugar de juego, pero que generaba una curiosidad desbordante en la ciudad. Muchos lugareños habían oído hablar del mercado de azar de Las Vegas, aunque en Europa ya se empezaban a asentar el casino Baden Baden en Alemania o el casino de Montecarlo en Francia.

De hecho, en Bélgica y Países Bajos también se habían edificado algunos “kursaales”, que no eran otra cosa que casinos de juego. En realidad el término “Kursaal” venía a traducirse como ‘sala de curas’ y eso es porque era habitual que en los balnearios europeos clásicos se dedicara un edificio a la vida social de los visitantes.

Los kursaales incluían un hall presuntuoso y aglutinaban salón de baile, sala de teatro, sala de conciertos, restaurante y sala de juegos. Pero esto último parecía ser lo más popular de un kursaal típico, dedicado al veraneo, el entretenimiento y la desconexión de sus gentes. E inspirado precisamente en ese espíritu, es que San Sebastián optó por el nombre de Gran Kursaal Marítimo.

El Gran Kursaal, a secas, se construyó frente a la playa de Gros y muy cercano a la desembocadura del río Urumea. Con el mar en frente, se llevó a cabo un puente (puente Zurriola) que le servía de unión con el resto de la ciudad y este llegaría a convertirse en un fijo en las estampas del País Vasco de la época. Ningún turista quería marcharse de la villa sin pasar al menos una vez por allí.

El casino acogió durante la época multitud de actos culturales, exposiciones y obras de teatro. Si bien también obtuvo un punto de conexión con la política, pues los actos de esta índole eran habituales. Discursos del rey Alfonso XII o de Francisco Franco retumbaron bajo sus muros, junto a cine propagandístico.

Sin embargo, la gestión privada del Gran Kursaal le pasaría factura una vez llegara la dictadura franquista. Y es que la prohibición del juego le pesó durante muchos años y no tuvo más remedio que adaptarse y tratar de dedicarse a otras actividades para las que en un inicio no había sido diseñado. Un poco lo que le está ocurriendo a día de hoy al casino físico, frente a la irrupción desmedida del casino online.

El fin a 50 años de entretenimiento

Ante las dificultades para subsistir en las circunstancias de los años 60 en España, la empresa operadora del casino tuvo que tomar la difícil decisión de derruir el edificio y tratar de aprovechar y optimizar el solar que quedaría libre. El Gran Kursaal era entonces uno de los emblemas de la zona y para muchos vecinos fue doloroso verlo caer.

Aun así, la caída se sostuvo en el tiempo. El concurso público convocado para aprobar un nuevo proyecto sustitutorio no fue nada sencillo. En 1965 se dio luz verde a una primera intentona que terminó en nada por sus complejidades, hasta que en 1972 llegó el proyecto definitivo y en 1973 el derribo del Kursaal.

Todo parecía listo para que Donostia viera una nueva construcción al borde de su costa, pero de nuevo resultó fallida. Se había derribado el palacio para nada. El denominado como “solar K” se mantuvo vacío durante casi 20 años sin que nadie fuera capaz de tener una idea viable y beneficiosa para él. Por suerte el arquitecto Rafael Moneo dio con la tecla en 1991.

Un nuevo auditorio heredaría el nombre del Kursaal y promocionaría un palacio de congresos finalizado por completo en 1999. En el camino hubo trabas al considerar que esta construcción tan moderna entraría en conflicto con los edificios clásicos de estilo francés del centro de San Sebastián. Pero la suerte ya estaba echada.

El Kursaal se ha convertido desde entonces en la sede del prestigioso festival de Cine de San Sebastián y cuenta con el auditorio mencionado, sala de cámara, salas polivalentes para reuniones y convenciones, salas de exposiciones y la sala Kubo que maneja la caja de ahorros Kutxa.

El nuevo Kursaal Casino

¿Se dice así adiós por tanto al casino Kursaal? No es así. Y es que en la Muy Noble y Muy Leal jamás se ha abandonado la idea de volver a ver funcionar a una sala de juegos con dicha denominación. Y aunque se haya tenido que desplazar más de medio kilómetro hacia el oeste, cruzando el río y pegándose al puerto, el Kursaal Casino volvió a nacer como local de apuestas.

Ahora pertenece a Luckia en propiedad y tiene una fachada que recuerda más a una parada de metro o de tren que a un salón de azar. Pero si accedes al interior vas a poder encontrar una muy buena selección de máquinas tragaperras de última generación, mesas de ruleta americana, blackjack y diferentes variantes de poker. Destacan el Texas Holdem y el poker sin descarte.

También incluye una zona dedicada a las apuestas deportivas, con especial atención a las carreras de caballos que el gobierno de Euskadi promociona junto a otros locales hermanos de París, Lausanne o Montecarlo. Pantallas y asientos rodean un módulo bien preparado para disfrutar de toda clase de eventos de este tipo.

Eventos que no faltan en el Kursaal Casino, con tributos a artistas y música en directo, diferentes torneos de juego y promociones para aquellos que pertenezcan al Luckia Club. También se incluyen vales para comer en el restaurante del local, donde la carta es amplia y variada con recetario de la cocina vasca de antes y de ahora. Incluso incluyen menús para cena y posterior visita guiada a las mesas de ruleta o blackjack.

Un buen catálogo de opciones en un establecimiento que ni por asomo puede hacer sombra a su antepasado, pero que sirve para seguir recordando y rememorando al Gran Kursaal cien años después.