Fernando Botero, el escultor que embelleció el Casino de Montecarlo

Si de casinos famosos hablamos, tenemos que hablar de Mónaco y más en específico del Casino Montecarlo.

No queda ninguna duda de que su casino es uno de los más importantes del planeta, al ser un lugar muy exclusivo y con mucha historia dentro de la industria, que enamora por su oferta, la majestuosidad de sus salones y su arquitectura y arte.

Y es precisamente hablando de arte que tenemos que mencionar que el Casino de Montecarlo tiene un poco de identidad colombiana. ¿Cómo es esto posible? Es gracias a Fernando Botero, uno de los artistas más importantes del mundo y quizás el más grande salido de Colombia.

Por supuesto, antes de abordar su relación con el Casino de Montecarlo, te contaremos de este maravilloso lugar y una breve biografía de Fernando Botero.

Historia del Casino de Montecarlo

La historia de la construcción de este casino se remonta al año 1856, cuando Carlos III, príncipe de Mónaco, dio el visto bueno a la apertura de un casino en el país para intentar generar beneficios económicos.

Si bien se dio luz verde al proyecto no fue nada fácil lograr avances, sobre todo porque la mayoría de los promotores inmobiliarios de la época estaban al borde del quiebre y pensar en la construcción de grandes edificios no era algo viable.

A pesar de que se presentaban proyectos modestos, Carlos III quería un casino enorme, el cual consiguió al contactar con uno de los hombres de más éxito del sector, el magnate francés Francois Blanc.

Con una inversión de 2 millones de francos y un 10 por ciento de las ganancias del casino por sus primeros 50 años, Blanc puso en marcha el proyecto, pero batalló para conseguirlo.

La sede fue en La Condamine, zona comercial en donde actualmente inicia y termina el Gran Premio de Mónaco en la Fórmula 1; Carlos III fundó la Sociedad de Baños de Mar y puso a Blanc al frente de ella.

El movimiento fue decisivo porque en 1865 vio la luz el Casino de Montecarlo. La construcción estaba rodeada por un precioso jardín con una hermosa fuente al centro.

Estaba cerca el Hotel de París, fundado un año antes, mientras que tres años después se fundó el Café Divan, de los más famosos en la zona.

En 1879 al arquitecto Charles Garnier se encargó de la remodelación del casino bajo las consignas del estilo “Belle Epoque”, lo que le dio a la construcción rasgos de esta época de la historia de Francia, que estuvo marcada por el progreso en casi todas sus facetas.

Con el paso de los años la sala de juegos de Montecarlo se fue ampliando poco a poco hasta que quedó como hoy en día luce. De eso hace ya más de 100 años y desde entonces sigue nutriendo a la familia del príncipe, aunque en menor medida.

Para los sucesores de Carlos III el casino es una buena fuente de ingresos, pero no dependen en gran medida de él. Lo que si han conseguido es que este salón gane fama y prestigio, al punto de que importantes personalidades acuden a él durante todo el año.

Lo irónico es que los monegascos tienen prohibido entrar a las salas de juego, esto debido a que Mónaco no quiere nutrirse con los ingresos de su gente, por lo que el casino es enteramente enfocado para los turistas.

El casino de Montecarlo

La majestuosidad del edificio es incuestionable, su preparación inigualable y su oferta se encuentra en muy pocas salas de juego. Además, lo curioso es que todo su potencial está distribuido en diferentes salones, cada cual con más caché que el anterior.

La primera que podemos encontrar es la habitación renacentista con más de cincuenta máquinas tragamonedas de todos los estilos. A través de ella se accede a muchas de las otras salas del casino e incluye caja registradora y un cajero automático.

La siguiente es la sala de Europa, la más importante para el casino, al contar con mesas de algunos de los juegos más atractivos:

A todo ello hay que sumarle un lujoso restaurante con menús muy especiales y unas vistas panorámicas que enamoran a cualquiera.

Por si fuera poco, incluye varias pantallas gigantes para poder seguir muy de cerca los grandes eventos deportivos del día.

En el salón de las Américas encontramos también una selección más sofisticada de máquinas tragamonedas, pero donde volvemos a encontrar nuevas mesas de juego específicas es en la habitación blanca.

Esta dispone de una terraza con una gran cristalera desde la que observar el mar Mediterráneo mientras realizas tus apuestas. En ella, además de lo anteriormente expuesto, se puede jugar al Texas Holdem.

Las otras tres salas restantes pertenecen al área privada del casino de Montecarlo.

Todas ellas son exclusivas para jugadores que quieran alejarse de la zona de más concurrencia de gente, y en ellas se incluyen todas las mesas de juegos que ya hemos visto.

Son la sala de juego de Touzet, la sala super privada y la habitación del doctor, muy famosa por albergar grandes partidas de ruleta europea, sobre todo.

El horario de apertura y cierre varía en lo que a cada sala se refiere, lo que no cambia es el código de vestimenta.

Al casino no se puede ingresar ni en pantalones cortos, ni en chanclas, ni en ropa deportiva, religiosa o militar. Además, en las salas privadas es obligatorio llevar chaqueta americana a partir de las ocho de la tarde.

Los requisitos para poder entrar son de diez euros por persona más un suplemento de otros diez si queremos disfrutar también de los cuartos privados. Todo ello con el fin de mantener la maravillosa imagen que se ha ganado este complejo desde hace muchos años.

Fernando Botero

Pintor, escultor y dibujante colombiano, Fernando Botero nació el 19 de abril de 1932 en Medellín. Creció en una familia conformada por su padre David Botero, su madre Flora Angulo y su hermano cuatro años mayor, Juan David. Cuatro años después de su nacimiento, nació su hermano menor, Rodrigo, pero ese mismo año perdió a su padre.

Estudió la primaria en el Ateneo Antioqueño y el bachillerato en la Bolivariana. Aunque lo enviaron a la plaza de toros de La Macarena en Medellín a estudiar tauromaquia, su verdadera vocación era la pintura y el arte.

Terminó por abandonar la fiesta taurina a raíz de una mala experiencia con los toros, pero ahí hizo una pintura de un torero a acuarela, por lo que su familia decidió apoyarlo en su verdadera vocación y ahí comenzó con exposiciones en su ciudad natal.

Se pudo pagar sus estudios al realizar ilustraciones para el periódico El Colombiano. Estudió en el Colegio Bolivariano, pero fue expulsado al escribir sobre Picasso y porque consideraban que sus dibujos eran obscenos, por lo que terminó su educación superior en el Liceo de la Universidad de Antioquia.

Su formación también le incluyó escultura en Pietra Santa (Italia), pintura en París, Nueva York y Montecarlo, una ciudad que, como nos daremos cuenta más adelante, está muy vinculada a él.

Desde entonces, se ha convertido en uno de los artistas más importantes que surgieron en Colombia, popularmente conocido porque su obra encontramos personas de gran sobrepeso y un estilo que, te guste o no, ya es identificable en Colombia y el resto del mundo.

Su influencia en el Casino Montecarlo

Su obra ha trascendido a todo el mundo, incluso encontramos exposiciones permanentes en las ciudades más importantes del globo terráqueo, con Montecarlo incluido.

Su casino de por sí es una belleza, pero los jardines y terrazas del Casino de Montecarlo también son de los más importantes y un emblema de este paraíso europeo, al ser un claro reflejo del glamour y el lujo de Montecarlo.

Estos jardines, embellecidos con sus fuentes y estatuas, tiene a Adán y Eva como una de las preferidas. Estas esculturas fueron hechas por Botero en 1983 y, al igual que mucha de su obra, refleja a la conocida pareja bíblica, pero muy a su estilo: con sobrepeso y caras redondas.

Además, tal y como lo mencionamos anteriormente, Montecarlo es una ciudad donde Botero aprendió a perfeccionar su arte y que se ha vuelto parte de él. Así que en cierta forma, el Casino Montecarlo tiene una identidad colombiana.