El magnífico bribón: Warren Beatty hace trampas en el casino

poster kaleidoscope

Películas de casinos

Nos hemos encontrado hoy una pequeña joya de los años sesenta que cuenta una historia cuyos escenarios involuntarios son algunos de los mejores casinos de Europa. Se trata de la película «El magnífico bribón» cuyo título original fue «Kaleidoscope».

Se trata de una producción británica de la Warner Bros y Pathé Distribution de 1966, que se estrenó un 8 de septiembre en el Warner Theatre (en el mismísimo West End de Londres), en la que apostaron por una de las estrellas emergentes del momento, un Warren Beatty que interpreta al carismático tahúr Barney Lincoln, y la londinense Susannah York, que tres años después sería nominada a los premios Oscar por su papel en «Danzad, danzad, malditos».

La pareja protagonista estaba pues de moda, y aunque la película no sea excesivamente conocida, lo cierto es que se trata de una comedia romántica con su correcta dosis de intriga que sirvió a Warren Beatty como trampolín para relanzar su carrera.

En aquel momento de su carrera estaba ya preparándose para el que sería su gran papel en Bonnie & Clyde (Warner Bros, 1967), y por otro lado vivía una relación con la actriz Francesa Leslie Caron, que vivía en Francia con sus hijos. Por tanto el rodaje Europeo era cómodo para su relación y las exigencias del guión no eran demasiado complicadas por lo que podía dedicarle tiempo a Bonnie & Clyde.

El proyecto pues atraía enormemente a Beatty que incluso llego a arrodillarse frente a su director, Jack Smight, para pedirle que se hiciera cargo del film. El caso es que la inclusióno de Susannah York fue una imposición del propio director, ya que el proyecto contaba en un principio con la actriz Sandra Dee pero Smight no la veía en el papel de una moderna y sofisticada diseñadora. A Dee se le pagó su sueldo íntegro pero nunca participó en la película (en lo que sin duda fue una buena decisión).

La trama narra la relación que surge entre Barney Lincon (Beatty) y Angela McGinnis (York) tras conocerse en londres. Él es un atractivo y acomodado soltero y ella una moderna diseñadora de modas. Entre ellos surge la chispa y él promete volverla a ver cuando regrese de un viaje a Ginebra.

El motivo de su viaje es lo que desencadena toda la trama central, y es que Barney tiene un plan muy ambicioso y completamente ilegal para hacerse rico. En Ginebra, planea una incursión en la fábrica de barajas de naipes que surte a los mejores casinos de Europa (de hecho, en la escena en la que consigue colarse aparecen éstos anotados en una pizarra, y es curioso ver que siguen ahí después de tantos años, como los de Baden Baden, Monte Carlo o Estoril).

 

La finalidad del allanamiento no es otra que hacerse con las barajas de naipes que van a ir destinadas a tan insignes casinos a lo largo de Europa, pero no para sustraerlas sino para, mediante un laborioso procedimiento para el que se ayuda con unas gafas de aumento, pintar el reverso de las cartas dibujando un código muy especial, indetectable a simple vista y que solo él conoce. El reverso de las cartas tiene un dibujo caleidoscópico, de ahí el título de la película.

Con este método pretende hacerse rico utilizando su ingenio y unas gafas muy especiales. Su plan parece funcionar a la perfección, y Barney se hace aún más rico jugando al poker y al Chemin de Fer por toda Europa. pero Angela se ha quedado en Londres intranquila y sospechando del motivo de la partida de Barney, y además no acaba de ver con claridad la -insospechada- racha de buena suerte que está disfrutando Barney. Afortunadamente los guionistas habían previsto que el padre de Angela fuera ni más ni menos que un detective de la mismísima Scotland Yard (interpretado por Clive Revill).

Ni que decir tiene que su plan es descubierto por padre e hija, y éste le pide que -a cambio de no revelar su secreto y entregarle (después de todo, a su hija le gusta- les ayude a echar por tierra los planes de un buscado narcotraficante, gran aficionado a los casinos; con la ayuda de sus cartas marcadas. El peligroso contrabandista, Harry Dominion (interpretado por Eric Porter), está pasando una mala racha en su actividad criminal, da la casualidad de que es propietario de un casino (como no podía ser de otra manera), y Scotland Yard le pide a Barney que lo deje sin blanca.

Ni que decir tiene que Dominion es un tipo peligroso y que Barney está poniendo en riesgo su vida si es descubierto haciéndole trampas. También Angela está en peligro puesto que le acompaña en esta aventura.

La partida contra Dominion es muy entretenida y en ella se les muestra jugando al poker con toda la tensión de tener que ganar y evitar ser descubiertos.

Dominion, que se da cuenta de lo que está pasando, no duda en tomar medidas para recuperar su dinero y decide darle a Barney un motivo para devolvérselo: secuestra a Angela y pide un rescate a cambio.

No os contaremos el final para que podáis disfrutar del placer de verlo en persona, pero sí os podemos contar que con esta película debutó en el cine una jovencísima Jane Birkin y que, a pesar de que con los años Beatty no ha defendido este trabajo como uno de los mejores, lo cierto es que la crítica del momento la recibió con buenas palabras. A fin de cuentas se trataba de un producto de mero entretenimiento, pero de exquisita factura.

Y es que con frecuencia las mezclas de género distraen al espectador y quizá su viraje entre el thriller y el suspense y la comedia superficial (pero con clase), hizo que no acabara de cuajar entre el gran público. Os la recomendamos si queréis ver alta comedia realizada con todos los medios de Hollywood y toda la modernidad Londinense y también si os atrae le diseño de vestuario y la parte más artística, puesto que esta película es un revival de los mejores años sesenta.